De todas las locuras que tanto he amado, en los espejos es en lo que ahora pienso
El café de Elvira ocupa un pequeño local en la cuesta, ya cerca de los suburbios, de las casas baratas, como alejado del ruido del centro. En él se escuchan músicas que han dejado de exister desde hace tiempo. En él se rompen los sueños, victimas de golpes secos contra los cristales o contra el mostrador. Clentes vienen con los pies llenos de barro. Ella y él a veces sienten ganas de llorar. Se abrazan.
0 commentaires:
Enregistrer un commentaire
Abonnement Publier les commentaires [Atom]
<< Accueil